Serrería Lasterbide: ejemplo de relevo generacional en el sector
Entrevista publicada en el número 18 de nuestra revista Más Madera en diciembre de 2024.
Hace cuatro años los hermanos Urtasun se hicieron cargo de la serrería familiar.
Dedicados en cuerpo y alma a serrar madera, pelean con gran esfuerzo desde Espinal para mantener en auge el negocio que fundaron su padre y su tío.
Iñigo y Peio, dos hermanos de Espinal de 34 y 38 años sienten pasión por el sector de la madera desde pequeños gracias a la herencia familiar. Hace 4 años decidieron dejar atrás su vida en Pamplona y su oficio como mecánicos para embarcarse en la aventura de mantener activa la serrería que su tío y padre habían fundado.
¿Cuál es el origen y la historia de la serrería?
Nuestra familia tiene una larga trayectoria de trabajo en el monte y nuestro bisabuelo trabajaba en él. Nuestro abuelo trabajaba como carbonero en una sierra a vapor que había en el monte de Roncesvalles. Más adelante abrió una serrería con su primo, donde se ubica el restaurante Haizea y serraban roble, haya y algo de abeto. Entonces tenían alrededor de siete empleados trabajando y absolutamente todo se hacía a mano. Después, hace 42 años montaron la serrería donde actualmente nos ubicamos. La serrería se llama Lasterbide, porque detrás de la instalación existe un camino que acorta la comunicación entre los comunales pastizales del pueblo.
El aita y el tío empezaron de cero hace más de cuatro décadas. Hoy en día sería impensable iniciar una empresa así. Actualmente o tienes quién te avale o no haces nada con menos de un millón de euros y ahora ningún banco te da ese importe.
¿Qué los motivó a seguir con el negocio familiar? ¿Siempre tuvieron claro que querían continuar con la serrería?
Estudiamos mecánica y durante más de diez años ejercimos de mecánicos. Entonces nuestro tío y padre se jubilaban y aprovechamos la oportunidad porque siempre quisimos vivir en el pueblo.
Como anécdota destacamos que la infancia la vivimos aquí dentro, y el trabajo lo hemos mamado ya cuando estudiábamos, porque trabajábamos aquí en verano y los fines de semana. Jugábamos entre el serrín y pasábamos las tardes en la serrería. Cuando llegó la sierra de carro hace 24 años, nuestro tío y padre fueron a ver la máquina con los representantes de Armentia y ahí estábamos. Yo con catorce años me colocaba en el asiento de la sierra y jugaba como que aserraba. Ya entonces soñaba con serrar cuando fuera mayor -recuerda Íñigo-.
¿Cómo ha sido el proceso de transición generacional?¿Han recibido formación o consejos de sus padres u otros familiares?
El proceso de transición -comenta Íñigo- comenzó cuando empecé a venir a la serrería. El aita se jubiló parcialmente y a los cuatro años llegó Peio y cambiamos la sociedad. Los que sabemos es gracias al aita y al tío y tenemos la suerte de que siempre podemos llamarles y están dispuestos a ayudar. Así que tenemos asesoría 24 horas.
¿Cuáles han sido los mayores retos a los que se han enfrentado al asumir la responsabilidad de la serrería?
Lo más complicado muchas veces, es conseguir materia prima. Serramos acacia para distintos usos y también hacemos piquete. Las licitaciones de trabajos exigen piquetes de acacia para cierres o mangas y es muy complicado conseguir madera de esta especie.
Además, por nuestra ubicación en muchas ocasiones estamos a des- mano así que nos viene mejor la madera procedente de Francia. Sin embargo, para lo demás es complicado porque hay menos mercado y estamos en una zona despoblada.
¿Qué proyectos nuevos e inversiones tienen previsto?
Nos gustaría seguir con buen ritmo y mejorar las instalaciones, pero ahora mismo meternos en una gran inversión nos supone mucho esfuerzo e incertidumbre. Somos “primera transformación” en toda regla, tenemos carpinteros cercanos y nos apañamos con ellos para el cepillado, por ejemplo. Nos gustaría contar con una retestadora para dejar los paquetes igualados ya que nos facilitaría el trabajo. También queremos cambiar la sierra y mejorar la instalación ya que aquí en invierno hace mucho mucho frío y en verano últimamente nos abrasamos.
Poco a poco y con mucho esfuerzo seguro que conseguimos mejorar, pero nos va a costar.
¿Qué significa mantener viva la serrería en el contexto del pueblo?
Es sinónimo de mantener el pueblo vivo. Aquí tenemos otros dos amigos empresarios, otro más anda con vacas y en la gran mayoría son autónomos. Por desgracia mucha gente se ha ido a Pamplona; de hecho la gran parte de las chicas se han ido a la ciudad, sobre todo a trabajar en educación.
Nos parece un poco surrealista que para el turismo den tanto dinero y que mimen a los peregrinos pero luego a las empresas que estamos aquí tributando no nos dan apenas ayudas o las que dan son muy escasas o no llegan. Este año, por ejemplo, nos hemos presentado a unas ayudas para el impulso rural unas cuarenta empresas y solo ha habido seis beneficiadas. Las ayudas no deben llegar a cuentagotas y más si quieren que esto no se muera y que los pocos que quedamos sigamos.
¿Cómo ha contribuido el sector de la madera a la economía local a lo largo de los años?
En la economía local siempre ha contribuido mucho. Antes era la única empresa del pueblo y en diferentes épocas habrán trabajado en la serrería hasta 60 habitantes del pueblo.
¿Qué consejo les darían a otros pequeños negocios familiares que están pensando en relevo generacional?
Hay que tener ganas e ilusión. A veces el día a día te las quita pero hay otros días que te las devuelve. Lo más importante es que te guste mucho lo que haces y a nosotros siempre nos ha atraído el mundo de la madera, tractores de monte, etc. Todavía recuerdo el carro de serrar viejo, que nos encantaba de críos, y donde nos quedábamos dormidos sentados con el sonido y la vibración.
SERERRIA LASTERBIDE es una empresa asociada de ADEMAN
Más información y contacto:
lasterbide23@gmail.com
Recientemente Diario de Noticias ha publicado un artículo sobre Serrería Lasterbide.